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Patricia Fabre, una auto explicación

    Abordo la elaboración de mi obra como el desarrollo de imágenes con formas y colores con los que dialogo utilizando el material de acrílico. Es un modo de pensar mientras hago, como una manera de contactar con mi emoción profunda a través del “hacer”. No llevo conceptos previos o pre-concepciones teóricas que dirijan el desarrollo de esas imágenes en mi obra. Construyo los dibujos y la pintura a través de ese “hacer”. Cuando me pongo a trabajar, hay algo desde lo más hondo de mi persona que me indica cómo organizar y elegir curvas y ritmos que, al final, van tomando una realidad propia que atiendo y cuido para mostrarla lo mejor posible.

    Pintar para mí es un modo de conectarme con mi experiencia pues me identifico más como persona de actitud contemplativa. Creo que lo que hacía al iniciar con mis pinturas era arañar mi esencia interior realizando figuras y manchas usando las líneas y trazos alargados con gesto expresionista como claves de un lenguaje que surgía para hablar conmigo misma. Ahora, mi lenguaje se ha consolidado en un laberinto de formas orgánicas en el que me sumerjo con entusiasmo pues me proporcionan vitalidad.

    Mis pinturas y dibujos dirigen el acto de mirar hacia mi interior que me expande hacia el exterior. Estas pinturas no deberían tomarse como unidades aisladas; son como palabras de un texto más extenso que voy redactando. Todo el conjunto de mi obra va formando el contexto que establece la lectura de este discurso personal que forma mi estilo, que no anticipo de manera premeditada sino que va adquiriendo su propio carácter.

    Cuando mis imágenes se repiten en forma similar me agotan visualmente; no me siento a gusto, y esa insatisfacción es la que me estimula a esbozar ideas para hacerlas más sugestivas. Por eso empecé a volcarme en cajas, esferas y cubos que tomaban el brío del movimiento de la línea y las figuras con resultados tangibles en el espacio que atraían mi interés. Así, el dinamismo de las líneas y trazos se hizo palpable en formas geométricas que alcanzarían una presencia tridimensional más allá de la superficie pictórica. Y desde ese planteamiento abordo la expansión de las formas de mi gráfica rebasando los límites de la pintura concretada en formas bidimensionales como rejas metálicas que se conjugan con el muro, o formas autónomas como cubos de estructura metálica.

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